Cinco claves para decir “no” sin que el otro se moleste

Poner límites es una de las pruebas más difíciles a las que enfrentamos y uno de los mejores términos de madurez

En la adolescencia caemos en los brazos del grupo y en general nos importa más lo que digan los compañeros de clase que los profesores o los padres pobres   (motivo por el que la etapa de los hijos es un dolor para más de uno). Sin embargo, cuando crecemos, vamos conformando nuestra personalidad y nuestro carácter, y nos sentimos más fuertes y menos vulnerables si pronunciamos el maravilloso “no”. También tiene que ver con el género. Según algunas investigaciones, las mujeres tenemos tendencia a ser más complacientes que los hombres por una presión social (o histórica), por la que se valora peor la asertividad femenina que la masculina. Pero, dicho todo lo anterior, necesitamos saber decir que no. Es la mejor manera de proteger nuestros límites, de cuidarnos y de crecer sin buscar la actualización constante de los demás . Aprender a decirlo no significa ser desagradable o resultar áspero. Se puede conseguir un modo amable, sin herir, defender la postura y hacer daño al enfrente. Veamos cómo hacerlo con las personas que más nos cuesta, con aquellos que nos importan:

Primero,  identificar qué límites quieres poner y con quién . Una pregunta previa consiste en saber en qué áreas están más de moda llevar: ¿con la pareja ?, ¿con el jefe? ¿Con los compañeros ?, ¿cuándo lo conseguirán ?, cuando se ponen agresivos, cuando adornan a la petición. .. o siempre te ocurre? Eso te dar pistas. Una vez identificado, un objetivo concreto y prueba con los siguientes pasos.

Segundo,  una respuesta de un modo amable, basada en los objetivos pero sin demasiadas explicaciones : “No me puedo ayudar con este informe, porque me han pedido que entregue este otro mañana y voy muy mal de tiempo”. No caigas en justificaciones infinitas, que aburren al interlocutor y te hacen perder fuerza; o en excusas fácil desmontables. Si dices, “no puedo ir a tu fiesta porque no tengo tiempo para preparar nada de comida”, la otra persona puede responder que se encarga de todo o que está debajo de su casa. Hay una tienda donde puedes comprar algo … Con su respuesta, te desmonta la excusa.

Tercero,  incluye la técnica de la negociación . Siguiendo con el ejemplo anterior de la fiesta, puedes decir que no hay ese día por un motivo, pero como te apetece, le propones que te acercas otro día. O en el caso del compañero de trabajo que te solicite un informe, los dados que no pueden en ese momento, pero que terminan el que estás preparando el que puedes ayudar. De ese modo, abres una ventana de oportunidad.

Cuarto,  explicar el impacto tomando como referencia a una tercera persona . Podría ser: “si hago esto que me pides, que que le digas que no a fulanito”. De esta manera, tu posición queda más segura y tienes un argumento de fuerza. Esto puede significar muchas cosas en temas familiares: “No puedo acudir a esta reunión porque me prometió un hijo acompañado en un evento del colegio”, por ejemplo.

Y quinto,  aprende de alguien que te guste cómo gestionar estas situaciones  y experimente poco a poco. La ventaja de ser social es que mejoramos a través de la observación; por ello, fíjate en persona que sea un referente, analiza los argumentos, su lenguaje no verbal y ponlo en práctica en situaciones cómodas, primero, y más difíciles después.

En definitiva,  aprender a decir “no” es básico para decir “sí” a lo que realmente nos importa.  Lo necesitamos para cuidarnos, para protegernos de las personas o proyectos que sí lo podemos hacer y para no defraudar las expectativas si aceptamos todo cuanto nos piden.

Fuente:  https://elpais.com

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